El Ayuntamiento
de Andoain nos ofrecía un fabuloso escenario en Goiko Plaza para el domingo 22
de julio. Tras la confirmación y la presencia de la banda en los carteles
festivos del consistorio, comenzamos a vivir las experiencias que se viven en esos
conciertos que se juegan en una división superior.
Nos
llegó un contrato de más de 5 páginas en las que se especificaban todos los
supuestos posibles y por haber, después las dimensiones del escenario en el que
íbamos a tocar (10m x 6m), más del doble de superficie que el local donde
ensayamos. Todo adquiría unas dimensiones extraordinarias y totalmente novedosas
para nosotros. Había que hacer un concierto que estuviese a la medida de la
nueva situación y éramos conscientes de ello. De lo que no éramos tan
conscientes era de que, para controlar esas dimensiones y hacernos dueños del
concierto, íbamos a requerir de una brújula especial.
Con
Nagore encontramos un par de tardes para reajustar el repertorio a los 90
minutos que teníamos (también por contrato) de duración. La desmemoria de Fernan
hizo que tan solo uno de esos ensayos pudiera ser con la banda al completo.
Tras echar un par de miradas y poca discusión decidimos quitar del repertorio
tres canciones y llevar el ‘brindis’ del comienzo del concierto a la puerta de
los bises. Funcionaba y el domingo llegó caluroso, sin contratiempos y con la
bandera de Palestina conseguida. Esta vez, al igual que los profesionales de la
farándula, nos librábamos de cargar y montar el equipo de sonido, tan solo
debíamos llevar nuestros amplificadores.
Así que, tal y como habíamos quedado, a las 5 de la tarde estábamos con la furgo dentro del espacio reservado a los músicos, ¡cómo suena eso!... espacio reservado a los músicos, con camerino y cervezas frías en un arcón-frigorífico. La prueba de sonido fue rápida, quizá demasiado, y ahí aprendimos la primera lección. No se nos da bien pedir, seguramente porque nunca lo habíamos podido hacer, y ése fue uno de nuestros primeros y principales errores… también una de las primeras lecciones que hemos aprendido para futuras ocasiones. Creo que en escenarios de esta ‘categoría’ hay que saber pedir lo que necesitas para estar cómodo, para que te oigas bien, para que oigas bien a los demás…. No puedes pensar que quizás se te note que eres novato, que te pasas
de exigente, que tal vez no es lo normal… conclusión: da igual lo que sea para
los demás, uno tiene que salir de la prueba de sonido con la total seguridad de
que se va a oír de lujo, ese mismo lujo que es pisar un escenario de 60 metros
cuadrados.
Tras un
breve comentario en euskera y castellano haciendo alusión al genocidio que el
pueblo palestino esta sufriendo por parte de Netanyahu y sus fascistas seguidores
sionistas (la bandera de Palestina la colocamos, con ayuda de los técnicos de sonido, en un lateral de escenario), el comienzo del concierto se
iniciaba emulando, quizá como metáfora, a ese caos dramático que vive el mundo
y del que habíamos hecho mención poco antes, un caos musical que se despejaría,
como la salida a tientas de una espesa niebla, con la guitarra de Fisuras y el
bajo de Cami machacando rítmicamente sobre la nota y el acorde que da la
entrada a ‘La herida se abrió’. Abajo la plaza estaba bastante concurrida. Buen
tiempo y un grupo de música para el ‘tardeo’ del domingo al que algunos han
podido ‘espiar’ en las redes y plataformas digitales. A los seguidores de MF
habituales (familiares y familiarizados, ahí Lucas, el nieto de Cami con guitarra y
extraordinaria pose rockera, amigos con carné de fan y cerveza, meteoritos fugaces
pero no por ello menos apreciados…) se unía una excelente respuesta de muchos
andoaindarras a los que les gusta seguir la programación festiva sanjuanera y
se dejaba notar..
La sensación
de ‘desubicación por exceso de dimensiones’ pudo notarse en la primera parte
del concierto. Quizá fue el primer gripo apagado de ¡¡Una brújula, por favor¡¡ Una
extraña e incómoda sensación de estar ‘fuera de sitio’, de estar perdido en un
espacio y no saber comunicarte desde esa nueva y excesiva distancia a la que
ves a tu gente. Es un escenario cómodo en el que se da por hecho que nadie puede
chocar contra nada ni nadie, aunque se demostró que no es cierto ya que Enrique
chocó contra sí mismo y contra el propio mástil de su micrófono, y vio volar en
dos ocasiones un afinador que comenzaba a tener vida propia. Se trata de de una
comodidad que curiosamente a alguno le sacaba fuera de su estado de confort. ¡¡Por favor, una brújula!!.
No voy a
hacer crítica,ni un análisis del
repertorio, de cada canción, porque seguramente no tendría nada que ver mis
sensaciones de dichas canciones y dichos momentos del concierto, con lo que
luego me aseguraron que había sonado y lo que se había escuchado desde la plaza.
Pero sí puedo decir que durante una gran parte del concierto, más de la primera
mitad, lo que por monitores se escuchaba era ínfimo y por lo tanto pésimo,
mientras que abajo nos aseguraron (y los vídeos que luego nos llegaron
corroboraban esa versión) que fue de un sonido “excelente”, para muchos de
nuestros seguidores, “sin duda el día que mejor ha sonado la banda”…. Sin duda
una pena nohaber tenido esa sensación
dentro del escenario. No obstante, el grupo tiró de la veteranía adquirida en
otras muchas batallas, y a partir de la mitad del repertorio, quizá podríamos
poner como frontera en ‘La suerte está de mi lado’, la banda reseteó su cabeza
y su alma para volver a demostrar su potencia rockanrolera..
La sensación
era que se habían malgastado temas como ‘Charly y Laura’ o ‘Caprichos del ayer’,
que no habían sonado todo lo bien que hubiéramos deseado ‘Allí naciste tú’ o
‘Ahora podre olvidarte’. La ausencia en el repertorio de ‘Olvide’ y ‘De nuevo
el sol’ hizo que la llegada de las dos ‘fiestas’ (‘Fiesta al rojo’ y ‘La fiesta
es aquí’) cogieran el vuelo mucho antes de conciertos anteriores, y los
empalmes de ‘Te vi caminar’ con ‘Tú decides’ salió con la intención planeada.
‘Dónde está ese tipo’ cerró el concierto con un mejor sabor de cómo había
comenzado.
Para el bis
MF habíamos preparado ‘El brindis’ con todo su recorrido, con la parte folky skatalítica.
Una canción que en anteriores conciertos había dejado más desconcierto que otra
cosa, esta vez fue la puerta a un final de concierto festivo y apabullante, con
‘Si quieres o si puedes’ y ‘No bajes la guardia’ que, a pesar de todas las
‘extrañas’ sensaciones dejadas, incluso con la voz en el límite, también abría ilusiones
a nuevos intentos de jugar en ligas superiores… aprenderemos a jugar ahí, a
encontrar nuestra brújula para estas ocasiones extraordinarias, somos todavía
jóvenes.
La fiesta sanjuandarra
acabó en una mesa, invitados por el abuelo Camilo, que celebraba su
incorporación al club de los sesentones. También se celebraban de paso los
¡¡¡66 tacos!!! de Iñaki, la bendita descabeza de Fernan, la inmensa fuerza del
potro salvaje Nagore, todo eso mientras Enrique rumiaba sus sensaciones entre
plásticos dentales…. Quizá pensando ya en Orio.