lunes, 9 de septiembre de 2024

Concierto Albergue Piedrafita (Huesca)



Música a la parrilla

Volvíamos al escenario donde Elliot Murphy ha hecho bailar más de una vez a las montañas y Joe Grushecky ha gritado al viento con sus acordes roncos. Volvíamos a Piedrafita, al corazón del Pirineo, allí donde la generosidad de Esteban te da refugio a cambio de un puñado de canciones. La víspera, le habíamos mostrado por WhatsApp nuestra inquietud por la posibilidad de tormentas y él nos había respondido: “Cuando el ruiseñor canta en el soto, o llueve, o nieva, o hace un tiempo u otro… Dime cuántos sois para comer”.


No había más que hablar. La intención de hacer el concierto es más que clara.



La furgo sigue tal y como la dejamos de la carga de Acedo. Así, llena con todo el material, ha sido reparada de rodamientos y ruidos extraños. Y efectivamente, va como la seda. Salida tempranera con la intención de llegar entre las 12.00 y las 13.00 para que nos dé tiempo a montar, probar, comer y tocar sobre las 16.00 horas. Todo va rodado, se nota que los rodamientos van finos. En la Transit; Fernan, Fisuras, Karmina y Enrique; una hora después, los restos que quedan de Nagore tras su bolo de madrugada en Berrobi, y Cami. La bajada de culo por la rampa de acceso al césped del escenario estuvo a punto de joder la fiesta y acabar con la furgo en la parrilla de Esteban, pero tras una buena dosis de rueda chamuscada, juramentos en hebreo, rezos a dioses inventados y manotazos de Fernan a la furgo a cada centímetro que se movía, conseguimos dejar la descarga a tiro hecho. 

Con la disposición de siempre y todo en su sitio llegaban Cami y Nagore para dirigir el cableado y el sonido. A las 14.00 todos los acoples estaban resueltos y un par de curiosos se acercaban a darnos sus consejos; que si subir un poco más las teclas, que si las guitarras reverberan en el cristal. Agradeciendo el interés, y con un último ‘Tu pelo rojo atrae a la lluvia’, decidimos pasar a la fase comida. Fase que en unos instantes íbamos a categorizar como festín gastronómico. Nos debió de ver malnutridos Esteban porque comenzó con ensaladas de tomate e ilustrada, siguió con unas migas exquisitas y una parrillada de verdura, para terminar con chuletillas de cordero y chuletón de vaca. Por si hubiera hueco y en tono dulzón, una panchineta y una tarta de queso de Gabás. ¡¡Todo excelente!!, comida pantagruélica que nos dejó exhaustos. Incluso la potra salvaje aseguraba no poder más, eso sí, mientras se llevaba detrás de la batería los trozos de tarta que habían sobrado. El vino corrió sin recato y los chupitos de hiervas también. ¡¡Quién podía ponerse a tocar en esas condiciones??, pues nosotros.


Así que, tras un sincero y efusivo agradecimiento a Esteban por su inmensa generosidad, y su magnífica mano con la parrilla, comenzamos el concierto con el repertorio diseñado. Dentro del escenario, la amplitud del espacio que nos habíamos dejado hacía muy cómoda la actuación, pudiendo disfrutar de los temas más movidos sin miedo a choques siempre inoportunos. La banda esta suelta y se transmite. Todos los temas van cayendo, excepto ‘En medio de la tormenta’ (con el que definitivamente no nos hemos atrevido y que tendremos que dejar para otra temporada) y la gente que se ha quedado tras la comida parece interesada en lo que está escuchando.

Los aplausos suenan sinceros y las caras de atención no mienten. De hecho, algunas personas se acercan hasta los cd’s que Karmina ha colocado artísticamente sobre un tronco de madera y compran 5 o 6 . No se sueltan a bailar, excepto algún pequeño, que tienen siempre una maravillosa falta de vergüenza de la que deberíamos aprender. Parece que el ruiseñor ha querido cantar en el soto la melodía del sol, y el cielo se mantiene durante todo el concierto bastante despejado y con muy buena temperatura.

La primera parte del concierto, con sus momentos festivos y bailones (especialmente redonda queda ‘Tina’) y sus bajadas medidas (la batería final de ‘El álbum de mi memoria’, todo un apoteosis), llega a su fin con la nueva ‘Quién es ese tipo’ y veo a Esteban al fondo cantar el estribillo que parece se ha aprendido del vídeo que le envié. Es un final que invita a seguir y así lo hacemos tras algún ‘beste bat’ provocado. El bis va de empalmada, llevamos dos horas y estos últimos temas van dedicados a Pedro (el amigo de Panticosa de Fernan) y a Esteban, que sigue desde el fondo los últimos compases de la actuación. Incluso Fisuras, que casi siempre es reticente a prolongar el bis, remata el concierto iniciando sorpresivamente la cadenciosa ‘Princesa roja’, que marcará el punto final.




No hemos terminado y ya tenemos encima del barril un plato de queso tres leches exquisito, por si con el concierto se nos ha bajado la comida y nos hemos quedado con hambre. La recogida va tranquila, entre comentarios con unos y otros, repasando momentos curiosos con la gente y entre nosotros. Nos felicitan por el buen rato que les hemos hecho pasar. Todos aseguran que el sonido de la banda ha sido bueno y potente, que suena con mucha solidez. La sensación dentro del escenario también ha sido esa.


Uno de los críos maraqueros se arranca en el teclado con unos pasodobles bajo la atenta mirada de su orgulloso padre. Con las hamburguesas ya no podemos y se las devolvemos tal cual a Esteban, que nos mira como diciendo, “estos de la capital no me comen nada”.

Hemos reservado para cenar en el restaurante Mingo de
Escarrilla. Nos encantaría poder anularla porque todos estamos petados…. Aunque, luego, una vez sentados en la mesa, nadie prescindió de la ensalada y otro plato más.

Evidentemente somos un saco sin fondo. Una cerveza en Formigal ya pasadas las 00.00, una controvertida conversación de madrugada en el piso de Karmina acerca de letras machistas o escuchas suspicaces, y a la cama, que mañana muy temprano Nagore y Cami se vuelven juntos, ella ha grabar un videoclip y él a cumplir como buen hijo que es, y los demás pasaremos por ese espléndido edificio que es la estación de Canfranc, que tuvo que servir de importante vía comercial entre España y Europa y se quedó en un sueño de tejas y cristales rotos durante decenas de años, de paso de ayuda de guerra a los nazis, de material y personal, de clandestinos y uniformados…, hasta que hoy se ha reconvertido en un hotel de superlujo, de spas y pianos de cola, y donde un menú degustación supera el precio de los 150 euros.

abuztu2024 Enrique Mingo

lunes, 26 de agosto de 2024

Concierto Camping de Acedo (Navarra)

Rock en el camping

Cami se encargó de conseguirnos un hueco en la programación musical veraniega del camping de Acedo. En esas tierras navarras, que ya nos dejaron el año pasado una excelente resaca tras el bolo de Ancín. Cami pasa medio verano entre parrillas, composiciones, y chapuzones piscinales.


El plan es sencillo: salir el mismo viernes tras la comida, hacer la hora y media que más o menos tenemos desde Donosti, tocar de 22.00 a 00.00 y terminar durmiendo en Artajona, donde Iñaki tiene una casa en la que, además de las ganas de juerga, sobran rincones y colchones en los que poder retirar nuestros huesos ajados tras la batalla festivo/musical en la que intentamos convertir nuestros conciertos. 

La furgo, cargada hasta las trancas y con lógicos y preocupantes achaques de la edad, se pone en marcha. Los altos de la Autovía de Leizaran se le hacen duros.

Vigilantes, Nagore y su amiga zugarramuarra Maialen (que por cierto nos obsequió con unos estupendos calabacines cosecha propia), guardan la espalda de la vieja Transit. Para las 18.00 horas hemos llegado…Fernan, el único que tiene que trabajar -en algo serio y remunerado-, llega a tiempo para montar ese imposible tetrix, el feudo inexpugnable en el que ha convertido sus teclado.

En un coqueto escenario, repetimos del diseño sonoro que venimos creando en cada bolo. A los costados de la batería de Nagore, los amplificadores crean un muro solido.


Nos damos prisa para dejar el tablado a una motivada animadora infantil a la que esperan decenas de críos alborotados. Arantxa ha gestionado una estupenda cena que nos da las pilas necesarias para las dos horas que pensamos estar tocando. Así que, a las diez de la noche en punto, ya con la noche encima y después de una prueba de sonido de media hora en la que nos echa una mano experta Ricard, el supercuñado catalán de Cami (que demuestra con cuatro toques en el bajo su gran nivel musical), el chapuzón de alguno que no olvidó el traje de baño, el riff de ‘Te vi caminar’ comienza el bolo.
Suena bien. El escenario es cómodo y el espacio vacío entre la banda y el público, que mayoritariamente está sentado en la terraza del bar, no se hace distante. El grupo está cómodo desde la primera canción y va, sin prisa, pero sin dejar silencios entre canción y canción, desnudando el repertorio en el orden diseñado. ‘Por el placer de verte caer’ y ‘Se apagaron las luces’ suenan solidas y en ‘Un puñado de canciones’ hay improvisaciones buscadas.

Charly y Laura’ todavía no suena como tiene que sonar. Con ‘Tina’ llega el medio tiempo más rollingstoniano y da paso a la primera parte festiva con ‘Caprichos del ayer’, ‘Ahora ya puedo olvidarte’, ‘Allí naciste tú’ y ‘El aburrido paraíso terrenal’.

Olvidé’ vuelve a ser la canción que da un primer respiro baladero y Nagore vuelve a hacerse dueña de la psicodélica ‘El álbum de mi memoria’ con sus finales punkys. La armónica vuelve a sonar en ‘Trozos de un alma rota’, que pasa de ser una canción ‘complicada’ a ser un tema que no deja dudas. La respuesta del público se siente como buena.

La noche acompaña con una temperatura muy agradable… porqué no una cañita más y así poder Inventar/escuchar unos ‘Labios de madrugada’, o quedarse en las dos ‘fiestas’ que llegan después. No nos atrevemos con ‘La tormenta’, no vaya a ser que despertemos a ‘la potra salvaje’ que golpea los tambores y la tengamos que volver a recoger empapada, bajo los relámpagos, por las carreteras vecinas. Los rockanroles de la casa ‘Si puedes o si quieres’ y ‘Quién es ese tipo’, cierran el concierto.

Los horarios del camping son claros y drásticos: para las doce no puede haber ningún tipo de ruido. El descanso de los campistas es sagrado. Por eso los bises no se hacen de rogar y suenan ‘No esperas nada’, ‘Tú decides’ y ‘Sin bajar la guardia’.
No da tiempo para más. Las 00.00 están a punto de dar y queremos volver al año que viene, así que lo mejor es agradecer a todo el mundo su presencia y pensar en la recogida y la cerveza que nos espera en el único bar abierto de Acedo….
Que luego ya vendrá la conga-ranchera de Artajona, los controles de la Foral, las cervezas con el alcalde de Zúñiga…

abuztu2024 Enrique Mingo

domingo, 11 de agosto de 2024

Concierto Mola Mola (Orio)

En el Mola Mola, el tuerto dejó de mirarnos

Teníamos la sensación en la banda de que un tuerto nos había mirado de la peor de las maneras. Los dos primeros conciertos del 2024 se habían suspendido por razones varias.

Teníamos la ilusión de probar un repertorio en el que había cuatro temas del ‘Sin bajar la guardia que iban a estrenarse por primera vez en directo (‘Ahora ya puedo olvidarte’, ‘Trozos de un alma rota’, ‘En medio de la tormenta’ y ‘No esperas nada’), así como tres nuevos temas de una nueva grabación que irá viendo la luz a la velocidad que la grabación de sus respectivos videoclips nos permita (‘Charly y Laura’, ‘Quién es ese tipo y ‘De nuevo el sol’). Un tercio del repertorio se reajustaba y teníamos ganas de ver cómo se funcionaba en el directo. Pero nos comíamos el mes de julio y no había nada hasta que, en un concierto de MOU, nos acercamos al Mola Mola, un garito de playa en Orio, de enorme terraza y afición a la música en vivo, donde Karmina hizo de manager para convencer a la argentina/oriotarra Ainhoa de que nos incluyera en su programa de conciertos. Y así se cerraba para el sábado 10 de agosto el que iba a ser el primer concierto del año. Juan nos hacía un cartel de amarillos muy oriotarra para la ocasión.


Salía un sábado soleado y caluroso. Un ensayo el miércoles antes nos reunía con Nagore para ajustar tiempos, entradas y finales que sabemos por experiencia que son inajustables porque, a esas alturas de la película, predomina el ‘que salga como sea’ y ‘que dios reparta suerte’. Así, para las 15.45 horas de ese 10 de agosto, todos en el local volvíamos a sentir ese gusanillo de la carga del equipo en la furgo, y para las 16.30 descargábamos y montábamos nuestro pequeño circo musical entre bañistas y terraceros de garito de playa profesionales. Tiempo más que suficiente para probar nuevo material sonoro (el subwoofer con el que podremos dar más salida a los bombos de Nagore y al bajo de Cami). Además, Nagore va a llevar cascos como monitor, así como Fernan, porque los monitores de suelo apenas alcanzan para que se oigan Fisuras y Mingo. El concierto estaba anunciado para las 19.30 y media hora antes ya habíamos testado el sonido de banda con la legendaria ‘Te vi caminar. A Algunos, como a Nagore y a Mingo, les da hasta para darse un chapuzón en un mar de olas juveniles.


La peña que ha prometido asistencia comienza a mostrar su silueta. Mucha gente nueva que implica un reto mayor, dejarles con un buen sabor de boca. Así que, lo primero, ser puntual y respetuoso con quien viene a verte. Y como si prolongásemos la prueba musical, vuelven a sonar los acordes de ‘Te vi caminar’, que con sus cerca de 30 años, sigue siendo un soporte identitario de nuestro rockanroll, un tema que nos da esa confianza en el sonido de banda, de los coros a cinco voces, de las guitarras afiladas. Los dos temas siguientes se mantienen de la estructura del repertorio anterior, ‘Por el placer de verte caer’ y ‘Se apagaron las luces del bar’. La respuesta de la gente es buena, aunque dentro se nota que es el primer concierto y que hay cosas nuevas a las que debemos acostumbrarnos. De todas formas también mostramos las tablas de muchos años haciendo música y que estas canciones son nuestras, hechas a nuestra medida. ‘Chary y Laura’ abre el bote de las novedades. Siento que le ha faltado el ritmo, la cadencia y las sutilezas que he escuchado en muchos ensayos. Con ‘Tina’ recobramos nuestro punch más rollingstoniano y con ‘Caprichos del ayer’ el primer segmento más bailable y divertido sumándose a la también novedosa ‘Ahora ya puedo olvidarte, que sale bastante bien para ser su estreno en el repertorio, y las ya asentadas ‘Allí naciste tú’ y ‘El aburrido paraíso terrenal, un caballo tendente a desbocarse y que, en esta ocasión, conseguimos controlar. 


Dos temas reconocibles en la parte calmada (‘Olvidé’ y ‘El álbum de mi memoria’, que ésta sí, se nos fue de velocidad) para dar paso a otro de los temas nuevos, ‘Trozos de un alma rota’, uno de los temas peligrosos que necesitaba de concentración y que pudimos dedicar a Juanjo y su devoción por la armónica. Con ‘Labios de madrugada’ comenzó la segunda parte bailable y divertida, con Karmina y Lola y Xabi y Rosaura y otras caras menos conocidas haciendo de la terraza una pista de baile ‘a lo suelto’ y a lo ‘a mi me da igual que me vean bailar’. La ‘Fiesta al Rojo y ‘La fiesta se acabó’ dieron, como sus nombre indican, todo el sentido a la fiesta que ya era evidente en el Mola Mola. No nos atrevimos con ‘En medio de la tormenta porque pensamos que nos era conveniente tentar a la suerte y a los fenómenos atmosféricos, entre los que Nagore se mueve como pez en el trueno. Para qué arriesgar si la tarde estaba siendo soleada y brillante. Así que pasamos directamente al rockanroll más guitarrero con ‘Si quieres o si puedes’ y la también inédita ‘Quién es ese tipo’, con el que cerrábamos el concierto. 18 temas con una intención de subida constante para no hacernos de rogar a la hora de los bises. 


El primer bis lo inauguró otra de las novedades, ‘No esperas nada’, un tema que en los ensayos se ha mostrado sólido y que en Orio sonó igualmente potente, incluso con la falta de atrevimiento en el final de voz. Otros dos rockanrolles, ‘Tú decides’ y el puñetazo ‘Sin bajar la guardia’ para acabar el primer bis que empalmábamos con la ‘Sara’ que ya es dedicatoria obligada a Fausto, y con Cami y Nagore bailando ante la intro de piano de Fernan y la armónica de Mingo, para estar en el momento preciso en su lugar para dar el apoyo de banda a la segunda parte de la canción. Con ‘Princesa roja’ acabábamos un concierto que abría la temporada y que había sorteado innumerables obstáculos previos.


Después los Molacoins se multiplicaron por arte de magia y se convertían en cañones y gintonics que refrescaban y relajaban un día intenso y caluroso. Y la templada noche se empapaba del sonido las cercanas olas y Ainhoa se despedía con efusivos abrazos y promesas de futuros proyectos y todos los nervioso e inseguridades, todos los problemas personales se quedaron por unas horas en el olvido y el pensamiento ya estaba puesto en Acedo, en el próximo bolo….  

abuztu2024 Enrique Mingo

Estreno video musical "Mísero corazón"