La casa de Esteban, el Refugio Bosque de Betatos en Piedrafita de Jaca, en pleno corazón del Pirineo oscense, se ha convertido también en el refugio más apetecible para la música de MingoFisuras.
Después de haber presentado allí nuestros dos discos anteriores, teníamos una ilusión especial por llevar allí los temas de nuestra tercera grabación, La fiesta es aquí. Esteban, con una generosidad fuera de escala, nos volvía a abrir su casa y nosotros deseábamos ofrecerle nuestra mejor versión musical. Habíamos apalabrado la cita para el sábado 9 de agosto y el pequeño vídeo editado con el cartel ya sobrepasaba las 1.500 visitas en Youtube. Buena señal.
El equipo de sonido se mantenía desmontado en el local desde el último bolo en Hondarribia. Íbamos con el suficiente rodaje, tras los tres bolos continuados de julio, como para sentirnos seguros con el nuevo repertorio.
La furgo se puso en marcha un par de días antes con Mingo, Fisuras y Karmina. Disfrutar de un par de días en el Pirineo es un lujo al que, si se puede, hay que apuntarse siempre. Para esta escapada, con la intención de abrir nuevos locales a futuros conciertos, habíamos contactado con er TiTi, dueño del Rincón d’er TiTi, en Escarrilla, para un bolo de tardeo el domingo 10. Andaluz salao. Resuelto y dispuesto a poner su rincón a nuestra disposición, promete comida y 250 euros. Antes de subir a Formigal nos acercamos a ver si realmente existe el tal TiTi y sí, también su local y su buen meneo de personal y clientela.
El resto de la banda tienen curro y aparecen el mismo sábado por allí. La avanzadilla, después del disfrute de las aguas del embalse de Lanuza y alguna tortura debido al calorazo de un agosto de récord, ha conseguido bajar sin accidentes la furgo hasta el cuidado césped del Refugio. Para cuando llegan Fernan, Nagore y Cami todo el material está bajo el tejadillo del escenario. Bien sincronizados para la segunda parte del montaje, Cami coge las riendas y para la hora de la comida todo está listo a falta de pequeños retoques en el sonido.
Esteban vuelve a superarse en la comida. Surtido de verduras a la parrilla. Ensalada de tomate con bonito y foie de aceituna negra. Surtido de carnes a la parrilla. Su pantxineta y su tarta de queso… todo exquisito. Esta vez Nagore no puede llevarse el tupper por si le entra hambre a medio concierto. Está reventada. Se ha escanciado, mano a mano con Fernan y alguna otra ayuda leve, un par de botellas de ‘La Dolores’, para ahuyentar los presentes y prevenir lo futuros dolores del cuerpo y del alma. Nos dejamos querer en la sobremesa porque el concierto está anunciado para las 18.30 y no han surgido problemas a solucionar.
No hay prisa, así que media hora antes hacemos unos pocos retoques en el sonido. Parece que todo se escucha bien pero en el cielo algunas nubes de lluvia comienzan a imponerse en la cima de la montaña. Todo el equipo está bajo cubierto pero hay que mover algunos aparatos para evitar males mayores. Hay un cierto nerviosismo porque pueda arruinarse el día. Precipitamos el comienzo y sobre una ligera lluvia suenan las primeras canciones en las que, sobre todo Mingo, está incómodo. No sé oye bien y cuando eso ocurre todo se le amontona, la guitarra comienza a darle problemas, la cuerda de arriba se le va del mástil, la afinación es dudosa… las primeras canciones para él son un desastre. Solo para él, porque a su alrededor todos parecen estar cómodos. Así, en esa disparidad de sensaciones van sonando ‘La herida’, ‘Hermosa ingenuidad’, ‘Se apagaron…’, ‘Charlie y Laura’, ‘Cerca o lejos’, la lista del repertorio una por una hasta llegar al total desbarre de ‘El paraíso terrenal’, en la que Mingo no llegó a encontrar la letra en ningún momento de la canción.
A partir de ahí, con la sorpresiva llegada de Nagore y Gorka, y como si fuera un nuevo concierto, el sonido cambió radicalmente con las indicaciones que Nagore nos daba desde fuera. ‘Tina’ sirvió para que la bandera de Palestina y la cruel situación de exterminio que vive su pueblo, volviera a colocarse en el escenario. Es un pequeño altavoz el que tiene MF pero en él se seguirá denunciando el genocidio del pueblo palestino por parte del gobierno nazi/terrorista de Israel.
Toda la segunda parte, la más cañera, sonó con potencia. Como tantas veces, ‘Labios’ abría la puerta de la fiesta y el baile. ‘Fiesta al rojo’ y ‘La fiesta es aquí’ servían para que cada vez más gente se atreviese a bailar junto a Esteban y los fijos frente a la banda. La dupla de rockanroles (‘Te vi caminar’ y ‘Tú decides’) dejaron el ambiente perfecto para que, con el nuevo final de ‘Dónde está ese que fuiste ayer’, todos quisieran y pidieran que el concierto no acabase allí.
De nuevo el parón del bis fue perfecto para hacer el ‘Brindis’ por los que nos han dejado y también, “y sobre todo, por los que estamos, por los que nos hemos reunimos en una fiesta como esta”. Sonó gamberra, divertida, coral… tal como se concibió. Ya estaba todo cómo debía de estar, todo estaba dónde debía. La gente bailando, cantando y aplaudiendo. La banda disfrutando de su música ejecutándola. ‘Si quieres o si puedes’ y ‘No bajes la guardia’ dejaron el eco de una tarde en la que hubo de todo bajo las montañas: la generosidad a raudales de Esteban y su excelente comida, algo de lluvia, algo de sol y mucho calor, mal sonido y sus consabidos nervios y frustraciones, visitas sorpresivas con su proverbial ayuda, buen sonido y buenas vibraciones, y buen ambiente y baile y alegría y buen rollo… y el deseo de que Esteban nos vuelva a abrir su casa, el Refugio de Piedrafita de Jaca, a nuestras canciones, a nuestra música.
Tras varias escapadas en moto hasta el camping del Faro de
Higuer, en Hondarribia, conseguimos encontrar con el gran Darius una fecha para
dar allí uno de los más esperados conciertos.
El recuerdo de los dos bolos que dimos allí en el verano del
2023, era tan bueno, que en la banda teníamos un gran interés en volver a ese
mágico lugar. Los espectaculares atardeceres a nuestra espalda habían sido el
mejor fondo para nuestras canciones hacía dos veranos y estábamos convencidos
de que en esta ocasión sería igual. Hay un nuevo repertorio vertebrado por el
nuevo disco, pero la intención sigue siendo la misma: disfrutar del mejor
escenario para hacer un concierto cercano a esa fauna hippie, anarka y libre
que siempre se deja ver por allí.
Una semana previa al bolo, un colega del curro de Mingo le
comenta a éste que su pareja tiene un chaval, Telmo, de 18 años, que compone,
que es muy tímido, muy vergonzoso, pero que tiene unas cuantas canciones
interesantes. ¿Qué posibilidades habría de que pudiera tocar de ‘telonero’ con vosotros?
le plantea. Mingo y Telmo quedan en el local para escuchar ‘in situ’ los temas.
Suenan bonitos. Con esa ingenuidad/frescura que sólo se consigue con 18 años.
Una sensibilidad propia de quien vive esas primeras experiencias que conforman
un mundo único e intransferible. Un mundo que solo puede entreverse en una
canción…
Mingo le anima a que rompa el hielo y toque 3 o 4 temas
abriendo el concierto, le hace ver que es un paso, ese de enfrentarse al público,
que en algún momento tendrá que dar si quiere mostrar sus composiciones a los
demás. Le intenta hacer ver que el espacio de Hondarribi es ideal porque la
gente que va a tener enfrente es la más amable para con la creatividad de los
demás. Telmo no lo tiene del todo claro. Su timidez se hace fuerte… ¿pero quién
no tendría vergüenza de mostrar por primera vez sus canciones a oídos desconocidos?
Quedan en verse el sábado del concierto en el mismo bar del camping durante la
prueba de sonido y que sea allí mismo cuando decida qué hacer.
Las predicciones
meteorológicas para ese sábado 26 de julio daban lluvia, pero dos días antes se
anunciaban con sol. Mejor no mirar el móvil porque si nos hubiéramos fiado de ellos
no hubiéramos hecho ningún concierto este julio de 2025.
Los bungalows/favelas parecían esta vez más ordenados, más
limpios, más aburguesados que hace dos años. Pero Darius sigue siendo el mismo.
Es una gozada aparcar a 5 metros del escenario. La descarga va rápida y el
montaje lleva la misma marcha. Vamos a comenzar la prueba de sonido y Telmo no
está. Hay un micro preparado para su guitarra española, pero él no ha venido. A
la prueba de sonido no le damos el tiempo necesario, y más teniendo en cuenta
que por primera vez las guitarras de Fisuras y Mingo van a ir con micrófono y
no por línea. Quizá un exceso de confianza. Quizá que todavía no nos hemos
acostumbrado al nuevo formato. Telmo aparece, pero sin guitarra. Esta vez se ha
impuesto la vergüenza. Habrá que darle un poco más de tiempo y confianza.
Comienzan a llegar los bro de ojos achinados, y la bro de la
ribera y otra bro que se prodiga poco en estos eventos, y J.J. con su perfil de
guaperas y gafas de narco de película colombiana, y Borja con sus especiales
oídos abiertos como nunca y los arropadores de Telmo que le insisten e insisten
cuando él tiene claro que no va a ser hoy, y Karmina con el merchandaisin que
coloca a modo de ‘self service’ y Darius ha dicho de empezar a las ocho pero el
concierto está anunciado en los carteles para las siete y media, y al final “ni
pa ti ni pa mi”, a las ocho menos cuarto, sin apariencia de que las pocas y
lejanas nubes puedan dejar rastro de agua, con un sol que todavía está alto y
cañero, con la bandera palestina cogida en cuatro puntadas sobre uno de los
toldos… comienza el concierto con ese Si desparramado que deja paso a ‘La
herida se abrió’.
Dentro nos oímos bien y por las caras y gestos que
percibimos, parece que también fuera suena bien. El repertorio sigue el orden
intacto al que tenemos en programado, sin excepciones, sin cambios. Siguiendo
esa intención de ir subiendo la intensidad y
la velocidad en tramos elegidos hasta llegar, tras una hora y tres
cuartos, a despedir el concierto y presentar de nuevo a la banda en el crescendo
final de ‘Dónde está ese que fuiste ayer’.
Y con los tres ‘beste bat’ flotando en el aire volvemos a
colgarnos los instrumentos (algunos no se los han soltado) para brindar por
esas personas importantes que nos han dejado en el camino de la vida, y también
brindar y celebrar por los que seguimos aquí, disfrutando del rock&roll como
si tuviéramos todavía los 18 años de Telmo, y también brindar por ese
maravilloso ocaso que estallaba en nuestras espaldas, ese sol que se sumergía
en un mar acallado, reflejando su luz magenta entre nubes inofensivas, brindar
por ese ocaso de lujo que vivimos en MingoFisuras…
Repetimos en el camping de Acedo y eso significa que la impresión que dejamos el año pasado fue buena. Queremos mejorar esa sensación y esta vez nuestro argumento es un repertorio más contundente al incorporar muchos de los temas de nuestro último disco, ‘La fiesta es aquí’, y una selección de los dos anteriores (‘2020ados’ y ‘Sin bajar la guardia’). Venimos ensayados del concierto de Orio, justo una semana antes, del que salimos encantados (excepto Fernan que tuvo problemas con su escucha). El material está ordenado en el local y la idea es cargar y estar en el camping sobre las 17.00 horas.
Fisuras, Karmina y Mingo van en la furgo; Cami, Nagore y Fernan van por su cuenta con sus vehículos. El plan se va cumpliendo sin novedad, tan sólo Nagore tiene un pequeño atasco en la carretera que le retrasa unos minutos. Las instalaciones del camping son perfectas para la descarga, permitiéndonos llegar con la furgoneta hasta el mismo escenario. El montaje sigue el ritmo previsto y cuando llega Fernan (sobre las 19.00 horas) todo está montado.
En la prueba de sonido Cami se esmera en que Fernan no tenga esta vez problemas con sus escucha y lo consigue. Ya había rumiado los motivos de esos problemas y traía los deberes hechos. Todos nos oímos y fuera suena bastante potente. Nos han cerrado la piscina y por tanto algunos nos hemos quedado sin el baño reparador tan deseado. Con los del bar tenemos reserva para cenar para las 20.00 horas y allí estamos toda la banda más Aran y Karmina. Casi acabada la cena llega Lola…
Con los postres bien asentados y algún txupito digerido, subimos al coqueto escenario. Una vez más la lluvia/tormenta nos va rozando los talones. El cielo ha estado bastante limpio durante el día pero algunas apps meteorológicas anuncian agua. Colocamos la bandera de Palestina en el centro y Cami/Nagore hacen en castellano y euskera un alegato contra el genocidio que está padeciendo. Rápidamente comienzan a sonar el acorde caótico que abrirá el concierto. El mismo repertorio, con el mismo orden, que sonó en Orio: ‘La herida se abrió’, ‘Hermosa ingenuidad’, ‘Se apagaron las luces del bar’, ‘Charly y Laura’. Dentro es un lujo escucharse con los cascos. A Fernan se le ve relajado, disfrutando. Eso es que hoy se oye perfectamente. Fuera las mesas de la terraza del restaurante están llenas, con algunas cuadrillas que llevan pañuelicos y fajas, son las fiestas del pueblo y alguno ha subido al camping a cenar. En las gradas también hay gente escuchando. Entre ellos veo a Santi y Mábel. Abajo, bailando con una niña, Karmina y Lola, y Aran con su nieto Lucas, que va a tener que irse pronto a dormir y por eso no ha venido con su guitarra y su gesto rockero…
Tras la primera balada, ‘Cerca y lejos’, el ritmo va increscendo hasta llegar a ´Maldito corazón’. Dentro del escenario estamos cómodos. Fuera también parece que la gente está bien, con mayor o menor grado de atención en el concierto, pero bien. Con las ‘Fiestas’, Cami se baja del escenario para bailar en mitad del ruedo y Mingo le sigue en algunos momentos de la performance. La posibilidad que dan los inalámbricos comienza a ser explotada. Son efectos escénicos muy divertidos que involucran en diferente medida a la gente, que de alguna manera les puede hacer participar en el concierto.
Hay dudas en si tocar ‘Olvide’ por aquello de no volver a bajar la intensidad bailona del concierto con una balada, pero al final decidimos tocarla, al igual que ‘En medio de la tormenta’, que presenta Nagore relatando en euskera su ya famosa noche de Ancín y su pateo hasta precisamente el camping bajo una intensa tormenta de rayos, truenos y una variada mezcla de espirituosos en su invencible estómago. También tocamos la nueva ‘Tina’ y al final, con la tanda de rockandroles, no dimos tiempo a pedir bises porque nos adelantamos con el ‘Brindis’, al que cada vez se le van sumando más voces en su desarrollo. ‘Si quieres o si puedes’ y ‘No bajes la guardia’ volvieron a cerrar un concierto de 25 canciones y dos horas exactas de duración.
Desmontar el equipo y cargarlo en la furgo es un trámite que está ya muy engrasado. En menos de media hora, con el camping en absoluto silencio, nos separamos; Cami y Nagore se quedan, uno aprovechará a tomar algo en Acedo y la otra intentará dormir algo en su furgo, mañana tiene que madrugar para seguir en sus bolos… Los demás se irán a Artajona, a proseguir la fiesta del ‘mangueraso’.
Maldito móvil. Malditas alertas meteorológicas. Antes había un concierto y no estabas una semana antes en vilo, pendiente de por dónde iban a tirar las isobaras y las borrascas... El sol brilló el lunes, también el martes y el miércoles, incluso el jueves brilló doblemente porque el ensayo que hicimos con Nagore fue para enmarcar, incluso a pesar de que Fisuras ha llegado con algún bicho de Egipto que le tiene con el “uy uy, que me voy” en un sinvivir. Y las sensaciones son tan buenas que nos atrevemos a incorporar al repertorio la nueva ‘Tina’ y otro final para ‘Dónde está ese tipo’… pero ¡¡vaya por dios¡¡ parece que una borrasca de vientos huracanados y precipitaciones torrenciales ha entrado por Galicia, ya ha cruzado Asturias, se mantiene sobre Cantabria y ¡¡coño¡¡ va a llegar a Orio, justo encima del Mola Mola, el mismísimo viernes, a la hora que hemos puesto el concierto, exactamente a las 19.30 horas. Avisos naranjas de vientos y tormentas, como para tomárselo a la ligera después del mazonazo valenciano de hace unos meses…
ufffff, todo brillaba y de repente una gran sombra invade ese ánimo. No obstante el equipo está desmontado y listo para que el viernes a las 16.00 lo carguemos (con nuevo subwoofer, y ya hay dos para darle todavía más pegada al sonido) y lo llevemos a surfear un rato al chiringuito más cañero de Orio. ¡Alea jacta est!
Y a las 17.00 nos plantamos allí, con la Transit en medio de la enorme acera que da acceso a la playa. Aunque el cielo está bastante despejado, planteamos nuestro miedo de que una repentina galerna (anunciada) no solo nos chafe el concierto, sino que nos jodo el equipo e incluso que tengamos algún percance típico de unir electricidad y agua. Por eso tanteamos la posibilidad de montar y tocar en el interior del garito. Al encargado no le cuadra la idea de tocar dentro y a Nagore se le ocurre la idea de poner el equipo bajo el techado de la terraza y situar a la gente fuera (ya en otra ocasión ella había tocado con los Low Riders en esa posición) … esa idea sí cuaja y de repente se nos acaban los problemas..
A partir de ahí se puede decir que todo va rodado. Tan solo el problema de monitores que tiene Fernan con sus teclados enturbia una tarde/noche que pasará a ser una de las mejores (en el plano musical) de MingoFisuras. Parece que con tanta tecnología y nuevos aparatos, el canal en el que estaba Fernan estaba confundido y por eso no conseguía Cami ponerle el sonido que él pedía. Fue una pena que Fernan, con ese problema que no se llegó a solucionar, no disfrutase el concierto de la misma manera que hizo toda la banda. Siempre se aprende. Sin duda uno de los mejores conciertos que ha dado el grupo en sus 4 años de vida. Todo el repertorio, incluso canciones que siempre se habían quedado fuera por inseguridad, esta vez entraron, y bien, en el amplio listado que desarrollo el grupo durante el bolo.
Con la bandera Palestina presente, como falda colorista del teclado, queriendo mostrar el genocidio que está padeciendo su pueblo a manos del nazismo sionista, y con Mingo ocupando el centro de la escena, con cascos, oyéndose perfectamente desde el minuto uno, y con ganas de revancha del bolo de Andoain (donde, al contrario, en ningún momento llegó a tener el control de lo que sonaba), el concierto comenzó con fuerza en su desbarre y su aplacado comienzo de ‘La herida se abrió’..
Ni un amago de lluvia y caras nuevas enfrente que a medida que se iba desarrollando el directo iban asimilando que la banda que tenían delante sonaba con potencia y confianza: vamos que era realmente una banda de buen rockanroll. Las canciones fueron sonando en el orden que se estableció para el bolo de Andoain, dándole a cada una el matiz que necesita; la alegría melódica en ‘Hermosa ingenuidad’; la canañesca rumbosa de ‘Se apagaron las luces del bar’; el feeling R&B de ‘Charly y Laura’; la cadencia santanera de ‘Cerca o lejos’; la alegría gitana-tanguera de ‘Caprichos del ayer’… todas encontraban su punto en ritmo y velocidad, en bajadas y subidas de tensión, en fuerza coral o suavidad melódica. ..
Y Lucas, el más joven y enérgico fan de la banda -sobre todo de su aitatxi-, seguía con su ‘Strato’ todos los punteos que Iñaki le regalaba. Tiene un gran maestro como modelo.
El concierto no bajó en intensidad en ningún momento y no asomaban las nubes de galerna por ningún lado. Incluso en la balada ‘Olvidé’ la banda logró un gran momento en su parte instrumental más ácida. El gran baile del ‘Paraíso terrenal’, con todo el mundo cantando su estribillo de “Sentirse bien”, especialmente Ainhoa (jefa del garito e impulsora de los bolos que allí se hacen), con el que se notaba que efectivamente todo el mundo se sentía bien con lo que estaba escuchando. En medio las psicodélicas ‘Maldito corazón’, ‘La suerte está de mi lado’ funcionaron perfectamente y ¡por fin! la banda se atrevió con uno de los temas tabú, ‘En medio de la tormenta’, quizá porque sentía que la tormenta exterior ya estaba vencida y quizá era interesante atreverse con esta otra que le pone a nuestra ‘lady storm’ Nagore. Y después de ‘No esperas nada’ volvimos a recuperar ‘Tina –un paisaje de tierra quemada-’ una de las canciones del primer CD que marca una intención rollingstoniana en lo musical y de crítica social en lo lírico. Además, por petición de otro fan del grupo, en la canción sonó una armónica que seguro se quedará para próximos conciertos.
El cielo comenzaba a oscurecerse en la parte final del repertorio, pero todavía ni viento ni lluvia. Ese tramo justo anterior a los bises volvió a ser una máquina de rock arrollador con las dos ‘Fiestas’ sonando cada una en su espacio, el funky-hard y el ska; ‘Labios’, esta vez con una armónica siguiendo los “uso” del estribillo, contuvo toda la alegría country que se espera de ella y tanto ‘Te vi caminar’ como ‘Tú decides’, ambas empalmadas, fueron dos cañones guitarreros. ‘Dónde está el tipo de ayer’, con un nuevo final que servía de presentación a la banda, cerraba un concierto digno de grabarlo en la memoria….
A los bis no nos hacemos de rogar y al primer “beste bat” ya estaba recordando cerveza en alto a las personas que han sido importantes en nuestra vida y ya no están. Invitación a un ‘Brindis’ que fue seguido vaso en alto por muchos de los presentes y cantado por casi toda la banda (bueno, por quienes se saben la letra). Sin pensarlo dos veces y con la seguridad de saber que el concierto había ido especialmente bien (nadie de los que acudieron se fueron antes de acabar, incluso cuando se intuía que la galerna ya podía estar acechando de verdad) sonaron los dos últimos temas de puro sonido y actitud rock: ‘Si puedes o si quieres’ y ‘No bajes la guardia’.
El concierto había concluido. Ni una gota siquiera había caído sobre nuestras cabezas, ni un golpe de viento más fuerte de lo normal. Fausto, antes de pedir asilo en el coche de Manix, le exigió a Mingo su ‘Sara’ y éste no pudo negársela (ya sabe lo que va a tener que escuchar si lo hace). Cogió su Telecaster para, a pelo, cantarle ese tema que le fascina y nunca se cansa de oír. Fausto se merece que le canten al oído esa canción…
Recogida rápida, dejando espacio para felicitaciones que se sienten sinceras, entre otras cosas porque la banda sabe que ha sonado potente, sin fisuras (y con Fisuras en el papel de maestro guitarrero).
Los Molacoins queman en los bolsillos y Ainhoa nos muestra su entusiasmo y abre las puertas a un nuevo concierto para presentar el próximo disco que se prevé para ¿octubre?, bueno ya se verá. Los últimos cables a trompicones en la furgo y, antes de pedir la cena, comienzan a caer las primeras gotas que en menos de 2 minutos se convierten en una tromba espectacular que vemos desde la mesa disfrutando de unas excelentes hamburguesas de Idiazabal y antxoa … La galerna esta vez fue de buen RockAndRoll.
El Ayuntamiento
de Andoain nos ofrecía un fabuloso escenario en Goiko Plaza para el domingo 22
de julio. Tras la confirmación y la presencia de la banda en los carteles
festivos del consistorio, comenzamos a vivir las experiencias que se viven en esos
conciertos que se juegan en una división superior.
Nos
llegó un contrato de más de 5 páginas en las que se especificaban todos los
supuestos posibles y por haber, después las dimensiones del escenario en el que
íbamos a tocar (10m x 6m), más del doble de superficie que el local donde
ensayamos. Todo adquiría unas dimensiones extraordinarias y totalmente novedosas
para nosotros. Había que hacer un concierto que estuviese a la medida de la
nueva situación y éramos conscientes de ello. De lo que no éramos tan
conscientes era de que, para controlar esas dimensiones y hacernos dueños del
concierto, íbamos a requerir de una brújula especial.
Con
Nagore encontramos un par de tardes para reajustar el repertorio a los 90
minutos que teníamos (también por contrato) de duración. La desmemoria de Fernan
hizo que tan solo uno de esos ensayos pudiera ser con la banda al completo.
Tras echar un par de miradas y poca discusión decidimos quitar del repertorio
tres canciones y llevar el ‘brindis’ del comienzo del concierto a la puerta de
los bises. Funcionaba y el domingo llegó caluroso, sin contratiempos y con la
bandera de Palestina conseguida. Esta vez, al igual que los profesionales de la
farándula, nos librábamos de cargar y montar el equipo de sonido, tan solo
debíamos llevar nuestros amplificadores.
Así que, tal y como habíamos quedado, a las 5 de la tarde estábamos con la furgo dentro del espacio reservado a los músicos, ¡cómo suena eso!... espacio reservado a los músicos, con camerino y cervezas frías en un arcón-frigorífico. La prueba de sonido fue rápida, quizá demasiado, y ahí aprendimos la primera lección. No se nos da bien pedir, seguramente porque nunca lo habíamos podido hacer, y ése fue uno de nuestros primeros y principales errores… también una de las primeras lecciones que hemos aprendido para futuras ocasiones. Creo que en escenarios de esta ‘categoría’ hay que saber pedir lo que necesitas para estar cómodo, para que te oigas bien, para que oigas bien a los demás…. No puedes pensar que quizás se te note que eres novato, que te pasas
de exigente, que tal vez no es lo normal… conclusión: da igual lo que sea para
los demás, uno tiene que salir de la prueba de sonido con la total seguridad de
que se va a oír de lujo, ese mismo lujo que es pisar un escenario de 60 metros
cuadrados.
Tras un
breve comentario en euskera y castellano haciendo alusión al genocidio que el
pueblo palestino esta sufriendo por parte de Netanyahu y sus fascistas seguidores
sionistas (la bandera de Palestina la colocamos, con ayuda de los técnicos de sonido, en un lateral de escenario), el comienzo del concierto se
iniciaba emulando, quizá como metáfora, a ese caos dramático que vive el mundo
y del que habíamos hecho mención poco antes, un caos musical que se despejaría,
como la salida a tientas de una espesa niebla, con la guitarra de Fisuras y el
bajo de Cami machacando rítmicamente sobre la nota y el acorde que da la
entrada a ‘La herida se abrió’. Abajo la plaza estaba bastante concurrida. Buen
tiempo y un grupo de música para el ‘tardeo’ del domingo al que algunos han
podido ‘espiar’ en las redes y plataformas digitales. A los seguidores de MF
habituales (familiares y familiarizados, ahí Lucas, el nieto de Cami con guitarra y
extraordinaria pose rockera, amigos con carné de fan y cerveza, meteoritos fugaces
pero no por ello menos apreciados…) se unía una excelente respuesta de muchos
andoaindarras a los que les gusta seguir la programación festiva sanjuanera y
se dejaba notar..
La sensación
de ‘desubicación por exceso de dimensiones’ pudo notarse en la primera parte
del concierto. Quizá fue el primer gripo apagado de ¡¡Una brújula, por favor¡¡ Una
extraña e incómoda sensación de estar ‘fuera de sitio’, de estar perdido en un
espacio y no saber comunicarte desde esa nueva y excesiva distancia a la que
ves a tu gente. Es un escenario cómodo en el que se da por hecho que nadie puede
chocar contra nada ni nadie, aunque se demostró que no es cierto ya que Enrique
chocó contra sí mismo y contra el propio mástil de su micrófono, y vio volar en
dos ocasiones un afinador que comenzaba a tener vida propia. Se trata de de una
comodidad que curiosamente a alguno le sacaba fuera de su estado de confort. ¡¡Por favor, una brújula!!.
No voy a
hacer crítica,ni un análisis del
repertorio, de cada canción, porque seguramente no tendría nada que ver mis
sensaciones de dichas canciones y dichos momentos del concierto, con lo que
luego me aseguraron que había sonado y lo que se había escuchado desde la plaza.
Pero sí puedo decir que durante una gran parte del concierto, más de la primera
mitad, lo que por monitores se escuchaba era ínfimo y por lo tanto pésimo,
mientras que abajo nos aseguraron (y los vídeos que luego nos llegaron
corroboraban esa versión) que fue de un sonido “excelente”, para muchos de
nuestros seguidores, “sin duda el día que mejor ha sonado la banda”…. Sin duda
una pena nohaber tenido esa sensación
dentro del escenario. No obstante, el grupo tiró de la veteranía adquirida en
otras muchas batallas, y a partir de la mitad del repertorio, quizá podríamos
poner como frontera en ‘La suerte está de mi lado’, la banda reseteó su cabeza
y su alma para volver a demostrar su potencia rockanrolera..
La sensación
era que se habían malgastado temas como ‘Charly y Laura’ o ‘Caprichos del ayer’,
que no habían sonado todo lo bien que hubiéramos deseado ‘Allí naciste tú’ o
‘Ahora podre olvidarte’. La ausencia en el repertorio de ‘Olvide’ y ‘De nuevo
el sol’ hizo que la llegada de las dos ‘fiestas’ (‘Fiesta al rojo’ y ‘La fiesta
es aquí’) cogieran el vuelo mucho antes de conciertos anteriores, y los
empalmes de ‘Te vi caminar’ con ‘Tú decides’ salió con la intención planeada.
‘Dónde está ese tipo’ cerró el concierto con un mejor sabor de cómo había
comenzado.
Para el bis
MF habíamos preparado ‘El brindis’ con todo su recorrido, con la parte folky skatalítica.
Una canción que en anteriores conciertos había dejado más desconcierto que otra
cosa, esta vez fue la puerta a un final de concierto festivo y apabullante, con
‘Si quieres o si puedes’ y ‘No bajes la guardia’ que, a pesar de todas las
‘extrañas’ sensaciones dejadas, incluso con la voz en el límite, también abría ilusiones
a nuevos intentos de jugar en ligas superiores… aprenderemos a jugar ahí, a
encontrar nuestra brújula para estas ocasiones extraordinarias, somos todavía
jóvenes.
La fiesta sanjuandarra
acabó en una mesa, invitados por el abuelo Camilo, que celebraba su
incorporación al club de los sesentones. También se celebraban de paso los
¡¡¡66 tacos!!! de Iñaki, la bendita descabeza de Fernan, la inmensa fuerza del
potro salvaje Nagore, todo eso mientras Enrique rumiaba sus sensaciones entre
plásticos dentales…. Quizá pensando ya en Orio.