Baños de vino y canciones roncas en Ollauri
Ollauri se presentaba como ese escenario ideal para una celebración que trascendiese más allá de lo musical. Había camas y barbacoa, ríos de los mejores vinos y de las mejores aguas del Ebro, árboles y guitarras afinadas en "F" de fiesta a lo grande. Y de esa manera se planteó desde el comienzo el concierto que íbamos a dar el viernes 28 de julio. Un concierto que se gestó después insistir, casi acosar, a las fuerzas vivas municipales de esa localidad riojana.
Y aunque los participantes fueron cambiando y las provisiones de material bélico se fueron ajustando, y los colchones cambiaban de nombre y la cerveza de marca, el jueves, día previo al evento la "Transit" se cargaba en Ibaeta con lo importante, el cemento y ladrillo que sujeta la excusa, el muro por el que escalamos a nuestro "Paraíso terrenal", ese que intentamos sea lo menos aburrido posible. Y Nagore se unió esa misma noche y Fisuras madrugó para el chapuzón en el "Tirón", a tiro-lapo del pueblo de la Lola, que con inmensa y doble pena tuvo que ausentarse de la partida. Y Cami apareció cuando el sol caía a plomo y el cuerpo pedía siesta y amodorramiento, y Fernan, envidioso por esas fotos-refresco que , acelera su "Triumph" para colarse entre los coches de una "A-1" que da por culo en fines de semana de fines de meses vacacionales.
Y estamos ya todos en la plaza del pueblo, con tiempo para probar y hacer que esta vez el micrófono del bombo de Nagore salga sin roces, y que el teclado de Fernan ni se pierda ni se pase ante la guitarra de Fisuras, y que las voces se oigan sin tener que darlas un plus de garganta, y que no piten los monitores, y que el bajo de Cami haga la argamasa mágica que una ritmo y melodía... bueno, hubo tiempo para eso y alguna cerveza que aplacase la crueldad del sol riojano de final de julio.
Una pared nos guarda la espalda. Las mesas del bar se distribuyen de manera que nos guardan el frente. Dan las 20.30 en un reloj imaginario y ‘Te vi caminar’ sirve, como siempre, para tomar una temperatura al sonido-ambiente que, en esta ocasión, no nos deja tranquilos ni felices. Pita algún monitor y es necesario reajustar un poco los volúmenes, que con ‘El placer de verte caer’ están ya controlados.
Y va cayendo el repertorio que tenemos escrito en chuletas para miopes, y todo transcurre por una lógica y normalidad aprendida en miércoles de ensayos o conciertos de camping. Pero la lógica se quiere rebelar esta vez y la voz de Mingo empieza a romperse y ‘Tienen miedo’ parece que le avisa de que a lo mejor todo finiquita ahí si no controla su garganta. Un trago salvador y un planteamiento ‘conservador’ del concierto (poco grito y control de daños) hacen que recupere la presencia ante el micrófono, incluso que realice versiones melódicas de ciertas canciones (‘Perro fiel’, ‘La fiesta’, ‘Sara’, que por cierto, como sirve para que Fisuras cambie una cuerda de su guitarra y entre en el momento preciso de su solo), y por primera vez MingoFisuras para una canción que ya ha comenzado, ‘Labios que inventé de madrugada’, la maldita memoria que no encuentra las palabras cuando no empiezas con la frase correcta. En esta ocasión no hubo ni frase correcta ni incorrecta, simplemente no hubo más que un silencio que llevó a la confusión.
Accidente que no supuso nada grave porque, después de dejar fuera ‘Olvidé’ y ‘Volver al punto donde me perdí’ (esta última no admite dudas en la voz), la trilogía de nuevas ‘Caprichos del ayer’, ‘Allí donde naciste tú’ y ‘El aburrido paraíso terrenal’ (con Nagore bajista a las maracas) la temperatura había vuelto al punto álgido del concierto, para dejar que ‘Fiesta al rojo’ volviese a ser el umbral que daba paso a los cañones rocanrroleros (‘Si puedes o si quieres’, ‘Tú decides’ y ‘No bajes la guardia’) que servían para despedirnos de la plaza con las farolas encendidas y los soles apagados. Sensación extraña de pensar que la gente ha estado bastante indiferente a nuestras canciones.
Sensación que pronto se disuelve en nada cuando se acerca el propio alcalde con un amigo para pedirnos que toquemos algún tema más, que a la gente le ha gustado mucho el concierto y que, aunque no conocían las canciones, han estado muy interesados en lo que han escuchado. Pienso que si lo dice el alcalde... será verdad.
Ya está el concierto.... luego vendrá la cena y los chupitos de güisqui, ron, tequila...
y las risas en casa, y el brunch con magras de tomate, y de nuevo el río de vino y aguas del Ebro, y del Tirón.
uztaila2023 Enrique Mingo