Igeldo, ese barrio/monte donostiarra que quiso ser pueblo independiente con Txapela pero que sigue siendo la txapela de la ciudad (mejor el ‘tocado’ de tan presumida ciudad), nos daba el cobijo que nos niega la Donostia presumida, en la que todavía no habíamos podido mostrar nuestro ‘2020ados’ y en la que tanto cuesta encontrar un escenario para las creaciones de apellido humilde.
Y todo gracias a que en lo alto de la ciudad hay quien, con algo de coraje y mucha ilusión, ha reconvertido unos viejos gallineros en espacios acogedores a la cultura sin relumbrón. Esos espacios diáfanos de hormigón, en los que en el siglo pasado escuchaban el cacareo de miles de gallinas, hoy son un generoso y complicado escenario sonoro para el R&R y sus novias musicales.
Cuando Laura nos abrió la puerta a su ‘gallinero’/Undermount no lo pensamos dos veces. Recogimos aquel último repertorio que como MingoFisuras habíamos desparramado por las montañas del Pirineo en el lejano julio del pasado 2022 (10 meses atrás), y lo recompusimos incorporando temas en los que nuestro bebé ‘Sin bajar la guardia’ enfureciese al ya acomodado ‘2020ados’.
Con estos cambios sentimos en los ensayos que ganábamos en ritmos alegres que pueden dar más juego en el directo. Al menos esa es la intención, además de dar una sustanciosa cata de lo que van a encontrarse en el nuevo álbum. Y los últimos ensayos con Nagore van en esa dirección.
Llegó el domingo 21 de mayo como el día de un examen para eternos estudiantes a los que les jode suspender la única asignatura que no necesitan aprobar. Y llegaron los nervios de un temario sonoro al que no hincaban el diente desde hacía mucho tiempo, con los apuntes desparramándose en folios llenos de tachones y dudas, que se convertían en rebotes entre esas paredes de hormigón y enormes ventanas hacia el verde y el mar.
Confiábamos en que ese centenar y medio de promesas hechas por un vermú y la puesta en escena de nuevas canciones (tan solo presentes en el mundo del ciber-espacio) hicieran un poco de argamasa y que todo ese sonido incontrolable pudiera domarse y, por lo tanto, bailarse y disfrutarse.
Por eso, cuando comenzamos con nuestro seguro de vida rockanrrolero ‘Te vi caminar’, y sentimos que los riffs de guitarra de Fisuras llegaban con fuerza (aunque nos aconsejaron muy sabiamente que se subiera el sonido de su guitarra), comenzamos a llenarnos de esa confianza necesaria para disfrutar del directo. ‘Por el placer de verte caer’ y ‘Se apagaron las luces del bar’ nos anclaban más en esa sensación y tras hacer un ligero parón rítmico con la balada tex ‘Un puñado de canciones’ (puro sentimiento, que diría Fernan), enfilamos nuestras dos rollingstonianas ‘Tina’ y ‘Tiene miedo’ antes de comenzar con el set de las nuevas y peligrosas, por inéditas en el escenario, ‘Caprichos del ayer’, ‘Allí naciste tú’ y ‘El aburrido paraíso terrenal’.
Quizá fue con esta última con la que logramos que la ascensión a la cima de la diversión y complicidad con ese centenar y medio de cumplidoras promesas llegase a su cima más alta. Con ‘Olvidé’, ‘El álbum de mi memoria’, ‘Volver donde mi perdí’ y ‘Perro fiel’ combinamos pasos, a veces lentos y otras lisérgicos, esa parte del repertorio inclasificable e incontrolable, que marca en nuestros directos un arriesgado signo de interrogación y que en esta ocasión mantuvo la misma emoción.
Y para el final, el puñetazo de ritmo y velocidad que controlamos con las dos country-festivas ‘Labios que inventé de madrugada’ y ‘La fiesta se acabó’, el ska gabacho ‘Fiesta al Rojo’ con el que presentamos a la banda y en esta ocasión también para felicitar a otra recién nacida criatura (menos mal que no solo nacen canciones y discos) llamada Lucas y que hace que tengamos en Cami al primer yayo/aitatxi/abuelo de la banda... después de una emoción así solo se puede continuar con el rock-punk acelerado de ‘Si quieres, o si puedes’.
No mendigamos bises, por eso simplemente nos regalamos para el final otras dos canciones de nuestro último disco, el rockanrrol ‘Tú decides’ y el puñetazo que abre la grabación, ‘No bajes la guardia’ y que también nos sirve como lema y actitud de vida musical ante lo complicado de tocar en un viejo gallinero que da la espalda, o mejor dicho, se pone por montera a una ciudad que vive eternamente deslumbrada por los falsos brillos de las falsas joyas.
Esperamos que el año que viene, este viejo gallinero/Undermount nos de cobijo permitiéndonos soltar las que serán nuestras próximas composiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario